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El Olympia Las Rozas aboga por el futuro del fútbol femenino español

EL REPORTAJE
14/10/2021 | Antonio Rodríguez López
Que el fútbol base es el futuro del fútbol es algo que saben en el CFF Olympia Las Rozas. En la entidad madrileña se trabaja día a día por el crecimiento del fútbol femenino español y porque ninguna niña se quede sin jugar.
El Olympia Las Rozas aboga por el futuro del fútbol femenino español
Antonio Rodríguez López

«Estamos cinco todavía, míster», o «es que desde Majadahonda se tarda mucho en llegar» revindican jugadoras del Cadete B del CFF Olympia Las Rozas en los campos del Recinto Ferial. El entrenador, conocedor de la dificultad de llegar a tiempo y demostrando una profesionalidad estoica, comienza a realizar ejercicios de calentamiento con las pocas futbolistas presentes.


Llegan desde todas partes de la comunidad madrileña en autobús, en los coches de sus padres o en cercanías –dependiendo de la suerte que se tenga-. Estudian, practican otros deportes o van a teatro, actividades que, en ocasiones, les impiden llegar a la hora acordada; pero llegar, llegan. Son jugadoras del CFF Olympia Las Rozas, tienen entre ocho y dieciocho años, e irían a donde fuera por poder llevar a cabo su pasión: jugar a fútbol.

 

DONDE NO SE LES DIGA QUE NO PUEDEN JUGAR A FÚTBOL POR SER NIÑAS


Desde hace seis años existe en Las Rozas de Madrid el Club de Fútbol Femenino Olympia Las Rozas, un club en el que se trabaja «únicamente el fútbol femenino porque hay mucho trabajo por hacer», como sentencia Lydia Vizcaíno, directora de Metodología y Cantera de la entidad. Bajo la inspiración de la polis griega con la que comparten nombre y amor por el deporte, se creó el equipo con 13 niñas en plantilla. Una cantidad corta, pero que sirvió para crear un emblema: el himno del club, que abandera el lema “13 jugadoras y un balón”. 


El trabajo desde su día consistió en visitar colegios e instalaciones deportivas en las que poder atraer a niñas cuyo deseo fuera aprender dándole patadas al balón. Hasta hoy, momento en el que tienen equipos en todas las categorías existentes, más de 250 niñas en plantilla y un sentimiento de pertenencia del que avisa Arantxa de la Chica, capitana del Senior A y entrenadora de Veteranas e Infantil A: «solo tienes que estar una pretemporada, como le ha sucedido a muchas jugadoras que han llegado desde el Real Madrid o el CD Samper, para sentir el Olympia como tuyo».


A. Rodríguez

Entrenamiento del Senior A del Olympia Las Rozas | Antonio Rodríguez


Y será verdad. Desde que uno pasea por las instalaciones del Recinto Ferial de Las Rozas no puede dejar de pensar en la familia, el sentimiento de pertenencia y el lema: “13 jugadoras y un balón”. Tiene letra de relato épico. No obstante, en las gradas de las instalaciones deportivas no se respira un clima bélico, sino todo lo contrario. En los fríos asientos de cemento hacen acto de presencia la amistad, el compañerismo, la ilusión por el deporte y hasta Raúl González, el mítico jugador del Real Madrid, que aprovecha el impasse para seguir atentamente el entrenamiento de su hija. Porque en el Olympia Las Rozas, a diferencia de otros equipos, si hace falta se crea «un equipo más para que entren todas y que no se diga a nadie que no», como asevera De la Chica.

 

NO SIEMPRE FUE ASÍ: APRENDER DEL PASADO DEL FÚTBOL FEMENINO


Si el fútbol femenino en España progresa adecuadamente desde el comienzo del último lustro, el fútbol base femenino avanza dos pasos por detrás, pero avanza. Hace unos años proliferaban los equipos mixtos, o, mejor dicho, equipos de fútbol masculino en los que se dejaba jugar a aquellas niñas que quisieran hacerlo. Así sucedía hasta los 14 años, concretaba De la Chica, pero «hoy las niñas se dividen por categorías y comienzan a jugar a los cuatro o cinco años».


El fútbol base femenino lleva años caminando por una fina línea de pensamiento sostenida en el debate entre fútbol base mixto o especializado. Las respuestas que se reciben caminan en dos sentidos complementarios: el deportivo y el educativo. Javier Sánchez, padre de una jugadora del club, destaca la importancia de que en el Olympia se les den oportunidades a las niñas de jugar y, sobre todo, de ser futbolistas. Porque ser futbolista es lo opuesto al dejar que jueguen de años atrás, es la réplica a la antigua visión paternalista del deporte. Vizcaíno coincide con este padre, ya que en los equipos mixtos «si la niña juega bien, los comentarios pueden ser positivos; en cambio, si esa jugadora tiene menos calidad, se expone a comentarios negativos que sean perjudiciales para su proyección». La cuestión, una vez más, es que la valía de una jugadora deje de ser cuestionada por su sexo y comience a ser valorada por su fútbol. La solución, entonces, parece evidente: equipos especializados.


Hay que introducir una última variable en el debate. Pese a que la creación de equipos especializados contribuye a construir bloques robustos de sororidad y fortalecer el crecimiento del fútbol femenino desde la base, tanto De la Chica como Vizcaíno sacan a relucir la faceta técnica del análisis del deporte, concluyendo una solución equilibrada: se debe jugar mínimo un año en equipos mixtos, en edades en las que las diferencias físicas aún no sean notables, ya que «el fútbol masculino tiene grandes aspectos de los que hay que aprender sin compararse». Vizcaíno insiste en la importancia de probar y ejercitarse con los ritmos, intensidades y velocidades del fútbol masculino. Es algo que, según la Directora de Cantera, diferencia a España de otros países: «trabajé en Estados Unidos, en la Escuela del FC Barcelona, y me di cuenta de que lo que nos diferenciaba de ellas es el físico”.

 

LA FUERZA, UN TRABAJO EN CONSTRUCCIÓN


El crecimiento del fútbol base femenino no es únicamente una lucha social. De hecho, esa faceta es responsabilidad de la educación, del tratamiento de la información en los medios, o de los poderes públicos que abogan por una sociedad igualitaria. Y, aunque también sea responsabilidad de las entrenadoras modelar socialmente a las jugadoras, reside en ellas el crecimiento futbolístico. Y este sí que reside única y exclusivamente en ellas. Nosotros podemos investigar, defender y aplaudir el progreso, pero hablamos de deporte y solo ellas saben jugarlo. Por fortuna, lo hacen con clarividencia y seguridad.


A. Rodríguez

De izquierda a derecha: Arantxa y Ana Belén de la Chica, y Lydia Vizcaíno | Antonio Rodríguez López


Ana Belén de la Chica, jugadora del Senior A y Directora Deportiva del Olympia Las Rozas, defiende la importancia de trabajar en estudios especializados del aspecto físico del fútbol femenino. No dejaba de entrenar mientras analizaba las claves del fútbol base femenino y, como el movimiento se demuestra andando, nos regala la mejor lección de qué debe hacer este deporte para crecer: no dejar de trabajar y no perder la vista de ellas, las niñas. Tanto ella, como Vizcaíno y Arantxa de la Chica coinciden en que la fuerza es la asignatura pendiente del fútbol base femenino español. Vizcaíno llegó el pasado año al club de Las Rozas e implantó «mínimo una hora de trabajo de fuerza fuera del campo». Es un trabajo que debe realizarse desde la base para que no suponga carencias en el fútbol femenino del futuro.


No obstante, el trabajo de la fuerza debe ser adaptado a las particularidades del deporte base. Es un punto en el que no solo coinciden, sino que insisten todas las entrenadoras de la entidad. Vizcaíno apunta que el ejercicio de la fuerza debe ser acomodado «al trabajo psicomotriz, la coordinación y el desarrollo de los aspectos técnicos para, en un futuro, trabajarla completamente a nivel físico”. A esta lista, Arantxa de la Chica añade también el trabajo específico de prevención de lesiones.

La cuestión es trabajar la fuerza y hacerlo, además, de forma adaptada. Es un punto clave, cuyo comienzo sitúan en la categoría Infantil, que debe ser tratado de forma especializada.


Existe una ecuación muy sencilla –ni siquiera tiene incógnitas- que demuestra que cuantas más herramientas se ofrezcan al servicio de una labor, más sencilla será su ejecución. En redes sociales, en televisión, en los campos de las diferentes ciudades de la geografía mundial, se puede ver a una ingente cantidad de jugadores de fútbol preparando sus capacidades físicas para saber arrancar en carrera, ejercer presión sin perder la fuerza o recibir un balón de espaldas y protegerlo de la defensa rival. Cada parte de un partido ha de ser entrenada y estudiada por separado. Cualquier niño será obligado a dar cincuenta toques al balón antes de comenzar su entrenamiento.  

 

EL FÚTBOL BASE FEMENINO ES EL FUTURO DEL FÚTBOL FEMENINO ESPAÑOL 


Hay una frase bien cierta para todo amante del fútbol –aunque se puede adaptar a cualquier tipo de afición o pasión-, que es lo más importante dentro de todo lo que no es importante. Y así es en casi todas las situaciones, menos en esta. Durante mucho tiempo, demasiado, se ha guardado el fútbol femenino como un hobbie, en contraposición al masculino. Jugar al fútbol para pasar el rato contra jugar al fútbol como trabajo, como parte de tu vida. Y no es así.


Sonia Soria, presidenta del CFF Olympia Las Rozas, apunta sabiamente que «España debe creer que el fútbol femenino merece la pena y que puede ser administrado tanto por hombres como por mujeres». Y lo debe creer porque es un hecho empírico. Es muy importante que las niñas, desde la base, al igual que los niños, tengan la oportunidad de recibir una educación futbolística y un lugar seguro en el que ejercitarse. Si los caminos de la vida después las llevan lejos del fútbol, que no sea porque no han tenido la oportunidad.


De la Chica hablaba sobre sembrar y cosechar. Ellas sembraron y ahora entrenan para que las niñas lo cosechen. Porque la base es el futuro y, en palabras de la entrenadora, «cuanto más se pueda aportar al fútbol base, más disfrutaremos mañana de la igualdad en el fútbol femenino».

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