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Marta Cárdenas: cómo la portera andaluza se ha convertido en un ejemplo para las niñas de todo el país

ACTUALIDAD
11/11/2025 | Redacción
Marta Cárdenas no busca portadas ni necesita grandes gestos. Inspira porque es real, porque vive el fútbol como lo siente y porque demuestra que se puede llegar lejos haciendo las cosas con calma y coherencia.
Marta Cárdenas: cómo la portera andaluza se ha convertido en un ejemplo para las niñas de todo el país
El fútbol femenino en España ya forma parte del día a día. No hace tanto, ver a una niña con un balón en los pies provocaba miradas de sorpresa. Hoy las cosas son distintas. En los parques, en los colegios y en los campos de tierra, hay niñas que sueñan con ser porteras, delanteras o entrenadoras. Entre todas esas historias hay una que destaca por su sencillez: la de Marta Cárdenas, una chica andaluza que empezó jugando por gusto y terminó convirtiéndose en ejemplo sin proponérselo. No lo hizo por fama ni por ambición, sino porque ama el fútbol y porque nunca dejó de intentarlo, ni siquiera cuando era la única niña en el equipo.

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Crecer en un pueblo donde el fútbol era “cosa de chicos”

Marta nació en un pequeño pueblo de Cádiz, de esos donde todos se conocen y donde el fútbol, durante años, fue territorio de los niños. En los recreos del colegio pedía un hueco para jugar, aunque algunos se rieran o la miraran con extrañeza. “Solo quería parar balones”, cuenta entre risas.

A los diez años, sus padres la apuntaron en una escuela de fútbol local. No había muchas chicas, los uniformes quedaban grandes y el campo era de tierra, pero a ella le daba igual. Lo importante era jugar. Con el tiempo, sus reflejos y su carácter empezaron a llamar la atención. Su primer entrenador aún lo recuerda: “Perdíamos por goleada, y ella pedía quedarse después del entrenamiento para repetir las jugadas. Tenía algo especial: no se rendía nunca”.


Lejos de casa, pero más cerca de su sueño

Con quince años se marchó a Sevilla para seguir formándose. Fue la primera vez que vivió sola. Los primeros meses fueron duros: madrugones, entrenamientos, clases, viajes y la nostalgia de casa. “Llamaba a mi madre casi todas las noches. A veces lloraba, pero sabía que valía la pena”, recuerda.

Poco a poco aprendió a cuidarse, a organizar su rutina y a entender que el fútbol es mucho más que los 90 minutos del partido. “Mejoras cuando nadie te ve. Cuando haces las cosas bien sin que te lo pidan”, suele decir. Esa mentalidad se nota en su forma de trabajar: discreta, constante y sin excusas.

De los campos de tierra a la primera división

Su debut profesional llegó a los diecinueve años, en un partido que aún recuerda con cariño. No hubo focos ni titulares, pero sí una sensación nueva: la de estar donde quería. Desde entonces, ha pasado por distintos equipos, por lesiones, por días buenos y malos. Pero siempre siguió.

Hoy, con más de dos mil minutos por temporada, Marta se ha ganado el respeto dentro y fuera del vestuario. No levanta la voz, pero transmite calma. “Tiene una manera de estar que contagia confianza”, comenta su preparador físico.

Una portera con mirada de entrenadora

Marta no se define solo por sus reflejos. Lo suyo es la lectura del juego. Sabe colocarse, anticipar y ordenar a la defensa sin perder la serenidad.

Colocación: siempre un paso por delante del disparo.
Comunicación: firme, sin gritos, pero clara.
Reacción: trabaja la velocidad de pies varias veces por semana.
Salida de balón: le gusta construir desde atrás, con decisión.

Y aunque no le gusta hablar de cifras, sus números hablan por sí solos:
datos portera
Cada temporada mejora un poco. No es casualidad, es trabajo.

La parte que no se ve

Fuera del campo, Marta tiene un tono tranquilo, casi tímido, pero cuando habla con niñas o adolescentes, se nota que disfruta. Suele participar en charlas en colegios andaluces donde comparte su experiencia sin adornos.
Una vez, una niña le preguntó si alguna vez pensó en dejarlo. “Sí, muchas veces”, respondió. “Pero siempre volvía a pensar en lo que sentía cuando paraba un balón. Ese momento lo compensa todo.”
En esos gestos sencillos está su fuerza. No da lecciones, habla de lo que vive.

Natural, cercana y sin poses

En redes, Marta no muestra una versión idealizada de sí misma. Publica fotos de entrenamientos, viajes, partidos y, a veces, su perro. Nada de frases hechas ni filtros perfectos. A veces contesta mensajes de chicas que quieren seguir sus pasos. Les dice que disfruten, que no se comparen y que tengan paciencia.
En los estadios pequeños, siempre hay niñas que esperan al final del partido con un cuaderno en la mano. Marta se detiene, sonríe y firma. Nunca tiene prisa para eso.

Hablar claro sobre el fútbol femenino

Cuando le preguntan por el fútbol femenino, Marta no evita los temas difíciles. Sabe que hay avances, pero también carencias. “Se ha mejorado mucho, sí, pero todavía hay campos en mal estado, sueldos bajos y chicas que se marchan porque no pueden seguir. Hay que seguir empujando, todas.”
No busca polémica, habla con la calma de quien sabe lo que dice. Su voz tiene peso porque viene de la experiencia, no de un discurso preparado.

Lo que deja su ejemplo

Aunque no se lo propuso, Marta se ha convertido en referente. En muchas escuelas andaluzas su nombre aparece cuando las niñas hablan de porteras que admiran. No por los títulos, sino por lo que transmite.

Tres ideas resumen su manera de ver el deporte:
1. No hay atajos. Lo importante no es llegar rápido, sino hacerlo bien.
2. Respeto ante todo. Con rivales, entrenadores y contigo misma.
3. El fútbol forma personas. Enseña a trabajar, a perder y a escuchar.

Y quizás eso explica por qué conecta con tanta gente: porque no promete éxito, sino autenticidad.


Mirando al futuro

A sus 27 años, Marta vive su mejor momento. No piensa en retirarse, pero tampoco corre. Está haciendo el curso de entrenadora y le interesa la psicología deportiva. “La cabeza es lo más importante”, dice. “Puedes entrenar el cuerpo, pero si no estás bien por dentro, no rindes igual.”

Habla del futuro con serenidad. Dice que quiere seguir disfrutando del fútbol, ayudar a otras porteras y, sobre todo, mantenerse fiel a lo que la trajo hasta aquí: el amor por el juego.


Una portera que inspira desde la normalidad

Marta Cárdenas no busca portadas ni necesita grandes gestos. Inspira porque es real, porque vive el fútbol como lo siente y porque demuestra que se puede llegar lejos haciendo las cosas con calma y coherencia.
Cuando el partido termina, suele quedarse unos segundos mirando el campo vacío. No es nostalgia, dice, es agradecimiento. Por cada balón, cada caída, cada entrenamiento.
 Y ahí, en ese gesto sencillo, está todo: la historia de una niña que quiso jugar y nunca dejó de hacerlo.
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