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Querido fútbol: espérame

OPINIÓN
04/10/2020 | Andrea Menendez Faya
Jornada 1 de la Primera Iberdrola. Sin teles. (Casi) sin público. Con más ganas de fútbol que nunca.
Querido fútbol: espérame
FIFA
Querido fútbol:

Este fin de semana hemos vuelto a encontrarnos. Quién diría que han pasado casi siete meses desde la última vez que nos vimos. Se me ha hecho corta la cita, no te voy a mentir, tanto tiempo esperando para que todo vuele en pocas horas. Llevaba días dándole vueltas a la cabeza con cómo sería todo cuando nos volviéramos a encontrar, si seguiría en el punto en el que lo dejamos aquel 1 de marzo. Si el Barça seguiría siendo el todopoderoso, infalible, bello y eficiente de siempre. Quién tendría el arrojo de seguirle el paso e intentar manchar su historial: el Levante, el Madrí*, el Atleti, la Real. Si el Depor seguiría a ritmo de revelación, a un paso de convertirse en consagración, si todo lo que hemos cambiado este verano se verá en números: el EDF, el Betis, el Sevilla, hasta el Espanyol. Siete meses dan para mucho, qué te voy a contar a ti, que también lo has vivido en tu lado: solo, olvidado, sin nadie que te respondiera a todas esas preguntas que nadie quiere responder. Demasiado tiempo esperando, demasiado corto el encuentro, demasiado larga la lista de reproches que tenemos que solucionar y que no nos toca a ti o a mí ponerles solución. El primero, que no hemos visto a todos los nuestros: echo de menos al Rayo y me preocupa que en algún momento dejemos de verle por aquí. Perdón. Siempre me pongo trágica cuando pienso en el futuro. Ya lo sabes: envidio a los optimistas, a mí se me da fatal pensar bien y confiar. No solo les envidio, les considero mejores que yo por seguir creyendo que toda esta guerra de intereses que nos rodea va a terminar con el pitido final del último partido de esta temporada de teórica transición. 

No hemos podido pasar mucho tiempo juntos este fin de semana, un ratito a mediodía el domingo, y creo que por eso se me ha hecho tan corto, y por eso me he puesto a darle vueltas al coco. No podemos seguir así. Yo te quiero y tú me necesitas, pero con esto no vale, ¿no te das cuenta?. Tenemos que intentar que los que están por encima de ti y de mí se pongan de acuerdo de una vez. No valen trampas. No valen Reales Decretos ni secuestros. Tú y yo venimos del mundo de los sentimientos y ellos del de los números, estamos abocados a no entendernos, y es muy duro sentarse y esperar a que el tiempo pase y todo cambie sin poder hacer nada. Esta sensación de impotencia, de ver que cada vez que sale una noticia sobre ti la cosa pinta peor y peor, y no poder hacer nada para remediarlo es asfixiante. A veces me siento como en un musical en el que tú peleas por crecer, yo por acompañarte, y siempre hay un par de antagonistas que cantan en una octava menor, con las luces casi apagadas, y que estropean todos nuestros planes. Al final, sé que nos saldremos con la nuestra –porque si no menuda mierda de musical- pero qué mal se pasa cada vez que toman la voz cantante. Tenemos que ser fuertes, solo nos tenemos el uno al otro. Con lo que nos ha costado llegar hasta aquí, no podemos dejar que esa panda de cenizos nos venza. 

Pienso en lo que ha pasado este fin de semana y en cómo me gustaría haber estado allí. La victoria del Athletic con las niñas de Iraia en Lezama, el Espanyol plantando cara al Atleti, la reforma estructural del Valencia y su remontada, el debut a lo grande del Eibar y el Santa Teresa, el primer partido del Madrí*, el gol de Olga para Vir y Carla. Claudia Pina siendo Claudia Pina, Itziar Pinillos volviendo a vestirse de corto. No quiero perderme más momentos así, ¿vale? No quiero echarte de menos y sé que tú sufres tanto como yo sin tenerme cerca, siguiendo tus pasos, creyendo en ti cada día más, pese a todo, frente a todo. Mientras vamos haciendo historia, otros se empeñan en que no queden páginas que lo cuenten. Todo lo que rodea a nuestro mundo no se explica si no lo sientes. Ojalá eso se pudiera contagiar, qué fácil sería nuestro mundo si bastara con sentir como sienten los hinchas, las jugadoras, los niños y niñas que van al campo sin más esperanzas que disfrutar de una tarde de ti. Si las cosas que pasan en tu mundo no se decidieran en despachos y salones en los que no se habla de ti, si los hilos de tu teatro no los movieran personajes que no tienen la más mínima idea de lo que es quererte, seguirte, verte sufrir. 

¿Sabes ese sonido sordo, ese petardo que suena cada vez que golpeas la pelota? Ese estallido exacto que acompaña al pase preciso, al remate perfecto, a la atajada violenta ahogándose en un guante, al robo milimétrico antes de montar la contra. Nos robaron la posibilidad de oírlo este fin de semana. No sé si te lo he contado, pero una vez me robaron un amanecer. Fue en la mayor oleada de incendios que vivimos por aquí. Aquel día, al abrir la ventana, el cielo estaba completamente amarillo. No había sol, ni nubes, ni luz, ni nada. Era una niebla amarilla y naranja que lo invadía todo, que te transportaba al momento antes del amanecer, y que olía tanto a humo que costaba respirar. Duró más allá del medio día, hasta después de comer. Durante horas, no amaneció. El cielo se quedó quieto, esperando tras aquel espejismo de luz. Nos lo robaron. Y ese día me di cuenta de que no había nada más triste que te roben un momento, aunque sea un momento que has vivido miles de veces sin darle importancia. Ese sonido sordo del cuero de la bota en el cuero del balón, el momento en que la red se hincha, el grito ahogado en la celebración, la gota de sudor al bajar la frente después de fallar un tiro, un hormigueo en la barriga con una carrera por la banda, la inexplicable sensación de celebrar una parada más que un gol. Nos lo han robado todo, fútbol. Pero solo este fin de semana. 

Espérame el próximo sábado. Y si no, el siguiente. Espérame. 



*En esta columna al Real Madrid se le va a llamar "el Madrí" en honor a Gistau. Y que nadie proteste.
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